“Si el mal acecha la paz del nido,
do la inocencia se cobijó,
vamos sin miedo tras el bandido;
somos del débil el protector”
Protectores de los débiles, débiles como los niños sumergidos en las drogas, arrastrados por la interminable espiral de violencia, de robos, de guerra, de su guerra diaria por comer, por vivir, por sentir sin que la ira apague el amor. Obviamente es sarcástico, pues el rico no es débil, pues el empresario no es débil, el alcalde no es débil, ¿Por qué entonces los defienden? Vayan sin miedo tras el bandido!! Muérdanse las colas!! Pues son ustedes son los bandidos que acechan la paz de nuestros nidos, o se les olvida su trabajo en el wallmapu? Olvidan a Matías Catrileo, al peñi Lemún, olvidan que día a día reprimen y matan sistemáticamente al mapuche, comienzan por su cultura, continúan con su tradición, su economía, sus creencias y para ese entonces ya la vida no importa. Sin embargo tenemos algo que nos hace distintos, a diferencia de ellos nosotros no olvidamos, no olvidamos a los hermanos Vergara, ni a Elena Varela, ni tantos weichafes que su vida han entregado por hacer ver y combatir su apestosa violencia, su insignia de escoria, ellos son las escorias, la cara visible de esa máquina del terror llamada Capitalismo, cuyas armas como la globalización, los TLC nos asfixian silenciosamente, ante nuestros ojos que ya no solo saben de lágrimas, pues ahora saben ver el horizonte, divisar un deseo y obrar por nuestra emancipación.
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