jueves, 14 de noviembre de 2013

Poder popular: la desmitificación de la intención de desmitificar, un aporte teórico práctico

Mis mas profundos respetos por los compas que hicieron este articulo, y que en su mayoría, sobre todo frente a lo esencial, a mí parecer, estamos de acuerdo, como por ejemplo el de que el proletariado se dota de organización al tiempo que lucha frente a las condiciones existentes y la innecesidad de los espectros ideológicos, sobre todo totalizantes y jerárquicos de la lucha de clases y de todas las formas de opresión. Sin embargo en este artículo haré un análisis sobre algunas aristas que es necesario profundizar para no caer en demagogias tautológicas, ni mucho menos caer en reduccionismo rimbombantes. No es una reacción a los planteamientos legítimos y clasistas que se muestran, sino más bien, que desde ellos mismos llevar a la reflexión otras o las mismas aristas que me parece de vital importancia debatir, profundizar y llevar a cabo.
Es cierto que en los tiempos relativistas narcisistas que vivimos cualquier apreciación subjetivizada desde cualquier elemento argumentativo será valorizada in facto por la democracia liberal o, en nuestro sector, respeto a la individualidad (que propagan algunas teorías anarquistas) como aforismo absolutista y principio regulador de un estado de cosas horizontales. Tal apreciación dentro de las múltiples catástrofes en las relaciones humanas a las que puede desembocar (sino nombrar la atomización voluntarista de los sujetos y un misticismo cibernético pseudo intelectual que recoge toda la época fantasiosa de la dictadura católica) avocaré únicamente al dogmatismo frente a algunos conceptos matándolos por el solo hecho de pronunciarlos, es decir , tratando de hacer de ellos un símbolo abstracto que no está sujeto a reestructuraciones y significaciones hechos por las intersubjetividades y la historia misma de las comunidades. Es cosa de apreciar el concepto de libertad, interpretado de múltiples maneras según las ideologías yuxtapuestas que se representan en el seno de las clases sociales y todos los modos de opresión. Es así que llegamos a la palabra “pueblo” que avoca a distintas aristas tanto etimológicamente como dentro de la política y la anti política, muchos la defienden anteponiendo de él varias luchas sociales, tanto proletarias como no proletarias dentro de la realidad latinoamericana y de algunos movimientos revolucionarios como el de España y el de Oaxaca por ejemplo por nombrar solo algunos. Lamentablemente por distintos casos y razones es que el debate de lo “popular” ha caído al grado de debate que las filosofías anglosajonas formales del lenguaje han planteado como interpretaciones del discurso meramente formal. Sin embargo es fundamental comprender tales procesos o tales personas individuales que lo reivindicaron en algún momento, el grado de ruptura y tensión en las cuales estaban inmersas y la intencionalidad existencial que representaron y que hoy algunos se ponen esa mochila. ¿Por qué el pueblo participa de la política? Porque la necesita se podría afirmar, e inclusive esto equivaler a que se necesita la explotación. Reconocer el concepto de proletario es reconocer la forma de servidumbre moderna pero NO en todos los grados , porque no todas las comunidades humanas viven en el imperio de la mercancía sino que algunas se resisten a ellas, desde aquí es difícil dar un concepto que ramifica todas las distintas aristas de la explotación , como el patriarcado y la invasión por ejemplo, sino traslucir que en su sentido mas romántico para algunos caracterizó un eslogan común que reivindicaba su entorno de explotación , dominación y alienación humana, y sentirse frente a esto, enlazados en un elemento en común , puede ser que estén o hallan estado equivocados, pero es difícil regenerar lo que ya ha sido sino transformarlo de acuerdo a estas nuevas relaciones sociales e ideológicas de la mercancía. Si lo vemos desde un punto de vista histórico Gramsciano , lo que se ha llamado poder popular no es mas que la socialización contra hegemónica del doble poder analizado por Lenin , y este no representaría nada más que esa otra paralela forma organizacional de las clases oprimidas que se conforman en organización jerárquica para derrocar las que están en el estado que anteponen su ideología a través de la superestructura , pero no , si tenemos un análisis más serio y profundo damos cuenta que muchos de tales elementos no solo significaron uno de los caballitos de batalla de la ideología del marxismo , sino que también dentro de su seno, existieron visiones autonomistas que en sus practicas mismas diezmaron la lógica organizacional del estado, es cosas de ver el poder popular planteado por los cordones industriales, que en sí mismos tenían más del comunismo de consejos a nivel estructural que cualquier otra cosa, es decir, es como el movimiento real de los proletarios y oprimidos superaba su representación ideológica. No es que esto haya pasado a modo general, ya que siempre un grupo dirigente en esas circunstancias planteaban otro tipo de elementos teóricos consecuentes con un extraño marxismo leninismo, pero que sin embargo a modo de praxis existían tipos de coordinaciones horizontales que analizaban en el hecho mismo de organización la innecesidad del estado y otros elementos y todos ellos iban detrás de este eslogan.

Ahora es menester analizar la gratuidad del análisis de creer , a través de una adivinación psicológica, de que este concepto pretende es sí mismo reunir estratégicamente la máxima cantidad de gente posible (entendido como “ser social” separado ) como mera demagogia, dándole a la significancia del hecho histórico de su trascendencia un enclaustramiento dogmático, reduccionista y purista del termino, que da de antemano una clasificación de conceptos al nivel de anárquicos, comunistas, socialdemócratas, fascistas , etcétera . Desde mi autónoma posición, no son los conceptos abstractos los que determinan la praxis, sino que la intencionalidad de lxs individuxs frente a ellos y su significancia sociológica dentro del imaginario en su contexto histórico y contingente. Lejos de justificar ciertas prácticas de “inserción social” que plantean algunos por el mismo motivo que analizan en su artículo, el punto es comprender que se deben considerar las acciones y teorías desde el momento en que se rompe o no con las relaciones que nos ha dejado lo establecido. La educación y autoeducación son elementos esenciales para la no sacralización radicalmente relativista del mundo , así como los encuentros (rencuentros) entre los distintos explotados en sus distintas aristas y caracteres , y si muchos compas analizan que la realidad de los mas marginados entre lxs proletarixs es importante conglobarla no a modo organizativo de cuadros , sino a modo de cooperación y apoyo mutuo, yo digo que : allá ellos, y bienvenidos si seres mas integrales y comunizadores se ponen en las filas de lxs que queremos que todo esto que vemos alrededor se destruya, más preocupante, a mí parecer, es ver a inquisidores de la intelectualidad revolucionaria planteando conductos morales de como y de que manera se debe entender todo esto, si bien en su misma contradicción dicen no avocarlo, lo hacen en sus actitudes y en su nueva representación de “neo monjes” sobre todo, a consecuencia de ciertos teóricos del individualismo radical post ilustrado que enlazan perturbadoramente con el anarquismo y practicas de todo tipo . No es que me ensañe con el análisis de los compas que considero en su mayoría una interesante reflexión sobre este debate que ya tiene de añejo lo que su retorica insignificante equivale, sino frente a aquellos relativistas de la narcisidad y la voluntad.
El otro elemento digno de analizar es el que este mismo concepto equivalga desde ya , por su naturaleza, a una realidad que adyace una especie de socialdemocracia o capitalismo de estado a priori frente a la realidad del valor, este debate tiene múltiples aristas y en su profundidad sería necesario hacer otro articulo exclusivo a esa temática, para ellos vemos la contradicción que los mismos situacionistas tuvieron, analizados por Dauvé, frente a la toma de los consejos sobre la producción y por otro lado la eliminación del trabajo como realidad alienante, no podemos especular como se hubieran comportado los que reivindicaron el poder popular frente a una contradicción de clases mas fuerte y directa, solo podemos ver lo que hicieron y lo que afectó eso en su época respectiva frente a la realidad de las clases mismas , y frente a esto distinguir las distintas posiciones y practicas que ayudaron a romper con las lógicas de la sociedad capitalista y estatal y las que no. Plantear que la negación adyacente de lo establecido debe dilucidarse consecuentemente, es creer que la realidad es metafísica y no dialéctica, no contradictoria, hasta que punto existieron rupturas es lo que nosotros debemos analizar y de que forma, así como no se comportaron como la autoridad quería que lo hicieran, así como se comportaron como lo que la autoridad quería que lo hicieran. Tantos individuxs y tantxs otrxs, desde sus esperanzas y enajenaciones, hicieron lo que su época les contraponía y su libertad individual fue el compromiso que tomaron por causas en común, difícil es suponer que de elementos atomizados en islotes ideológicos se pueda generar un real choque de clases antagónicas, el dilema no es formar o no un partido sino considerar los elementos potenciadores y negadores en común que tenemos como explotadxs, marginadxs, proletarixs etcétera.
No es que me ponga de un lado o del otro frente a este debate, sino más bien, saber desmitificar el concepto, es también desmitificar la falsas dicotomías que las distintas ideologías que plantean la emancipación discuten a modo de representación, programa o hermetismos exactos de la palabra para con eso envolver al conjunto de sus defensores o detractores a un reduccionismo que obvia lo histórico. Sin embargo, quizás el debate no esté en crear nuevos conceptos ni nuevas significaciones, sino el llevar a la práctica las autonomías de los consejos dentro de los grupos a fin o comunidades varias, y que este mismo rompa con las estructuras de una sociedad jerárquica, mercantil e ideológica desde los niveles del narcisismo relativista hasta el colectivismo voluntarista. El tema no es reivindicar o no reivindicar un eslogan, de lo que se trata es de transformar la realidad de opresión existente en el imperio de la mercancía y del estado, distinguir el movimiento real de su representación, fortalecer las autonomías y aprender de los errores de nuestrxs antecesores, sus potencialidades, ejemplos y equivocaciones, el concepto se lo lleva el viento, la lucha de clases continua hasta que caiga el capital, el estado y sus ideologías.

Roque

lunes, 11 de noviembre de 2013

Sobre el Comunismo Disfuso

“Entendemos la anarquía como una forma de organización humana carente de cualquier forma de poder político, en la cual la libertad de cada persona se extiende y se complementa espontáneamente con la libertad de las demás. La condición de existencia de la anarquía es la armonía entre los intereses particulares y los generales. Por lo tanto, comunismo y anarquía van de la mano” (Comunistas por la Auto-liberación Integral, Tesis de Orientación, 2010).
 
 
La solidaridad, la cooperación, el apoyo mutuo y las relaciones igualitarias interpersonales en todas las esferas de la vida, se encuentran en la esencia de lo que históricamente ha sido denominado como comunismo. No son obra particular de ningún grupo determinado o de alguna iluminada mente filantrópica, sino que constituyen tendencias histórico-sociales en la especie humana con un robusto fundamento biológico. Es decir, el comunismo es inmanente a la humanidad desde sus orígenes, y durante gran parte de su historia ha sido prevaleciente. De lo anterior no se desprende, sin embargo, que siempre hayan imperado estas relaciones de cooperación dentro de las sociedades humanas.
Con la irrupción de las clases sociales y el Estado y, por tanto, de la explotación y opresión de un grupo social a manos de otro, las formas comunistas y “antiautoritarias” de relacionarse se ven reducidas y sistemáticamente atacadas, pues se encuentran en franca contradicción con la existencia misma de una sociedad escindida en clases, fundada en la alienación humana respecto a su producción material y su conciencia. Especialmente, en el sistema clasista capitalista -que actualmente padecemos- la solidaridad y cooperación se ven fuertemente disminuidas por el enaltecimiento de la competencia y el individualismo egoísta, pues estos últimos son fundamentales para la continua acumulación de capital en manos de la burguesía, lo que a su vez repercute en una cada vez más intensa explotación de la fuerza de trabajo humana (del proletariado) y mayor destrucción del ambiente en el que transcurren nuestras vidas.
A pesar de esta permanente represión directa y/o “invisible”, las clases explotadas y oprimidas, que siguen de forma velada conservando las relaciones comunistas en muchos momentos de su vida cotidiana, y que son las verdaderas constructoras de toda obra humana, se han levantado -en distintos lugares y momentos históricos- contra la imposición de estas condiciones alienantes: se han constituido en movimiento real que subvierte las condiciones existentes, aunque no han logrado, por distintas razones (que deben ser profundamente estudiadas y discutidas), hacer perdurables y/o extender sus triunfos. De todas formas, lo que nos demuestran estos alzamientos y procesos revolucionarios, es que el comunismo existe hoy, difuso, en potencia, dentro de la sociedad de clases. De ahí que hagamos mención a un “comunismo difuso”, en contra de aquella visión mecanicista que eleva al comunismo a la categoría de paraíso idílico, alejado históricamente de nuestras vidas. Nosotros lo entendemos como una posibilidad y necesidad real, hoy.
Pero tampoco hacemos apología a su actual grado de atomización. Al contrario, lo reconocemos ahora, encarnado en proyectos parciales, pero comprendiendo que la única forma de extenderlo es reforzarlo y transformarlo en fuerza concreta y hegemónica, construirlo en acción conciente de las clases explotadas y oprimidas, en lucha directa contra el capital y toda forma social clasista.
Lo que diferencia esta concepción de una versión afirmativa, celebratoria y en definitiva “posmoderna” del comunismo, es que postulamos la necesidad de que desde los distintos niveles de expresión actual, necesariamente dispersos y esporádicos, del movimiento comunista, se pase al ataque. Tal es el criterio diferenciador del comunismo revolucionario, en oposición a concepciones más light de una serie de actos de seudo-comunización en convivencia pacífica con el poder. Esto no es mera poesía ni apología de la violencia en tanto mera forma, sino que es la reafirmación del contenido del viejo programa comunista que ya en 1848 hacía explícita la necesidad de trastocar y derribar violentamente el orden social capitalista. Esta concentración y desplazamiento de fuerzas para la liquidación del Estado y las clases es al mismo tiempo la afirmación del comunismo. Luego del momento negativo de destrucción del viejo orden, se plantea el interesante problema de la mantención de una vida comunitaria en que las funciones administrativas no se separen en un nuevo tipo de poder, en que se disuelva la política como esfera especializada. Es en este sentido que, de nuevo, concebimos a la comunidad humana como “difusa” en el sentido de anti-política (o post-política), en que los poderes están difuminados por todo el cuerpo de una comunidad humana consciente y auto-determinada.
En definitiva, reconocer de una manera no conformista ni celebratoria las expresiones actuales de un movimiento comunista siempre presente, se torna fundamental para proyectar el enfrentamiento revolucionario con el capital y el estado sin caer en etapismos reaccionarios que se suelen imponer desde estructuras orgánicas de herencia e influencia social-demócratas (y sus respectivas concepciones ideológicas). Así, la promoción de ciertas características de determinadas experiencias de lucha proletaria, tales como la autonomía respecto a los aparatos políticos y sindicales, la profundización, radicalización e integralidad de la crítica, entre otras, constituye la principal tarea de las minorías revolucionarias, incitando constantemente a la autoclarificación teórica y al desarrollo de métodos de lucha coherentes con perspectivas auténticamente revolucionarias. Remecer las bases del capitalismo en sus relaciones cotidianas y de producción/reproducción material de la vida, preparándonos para el inevitable conflicto con las fuerzas represivas de la burguesía y todas aquellas que defiendan el viejo orden, he allí en donde se centran los esfuerzos de quienes nos posicionamos por el comunismo y la anarquía.
 *Texto extraído de la revista Comunismo Difuso